Recientemente fue el día del
padre…, se han preguntado cómo es ese día para un niño, cuyos padres están divorciados.
Pues bien, a mí me tocó
vivirlo, apenas tenía 8 años, incluso creo que menos, cuando mis padres tomaron
rumbos diferentes.
Recuerdo que en la escuela se hacían los típicos recuerdos
para ese día, pero yo nunca los entregué; el tiempo fue pasando y a los 18 años
mi mami me preguntó: ¿Por qué odias a tu
padre? Le contesté que no lo odiaba, pero tampoco sentía amor.
Ella me dijo que siendo ella
la que le toco aguantar esas malas experiencias no odiaba ni sentía rencor; yo
tampoco debía sentir esas cosas y que no juzgue.
Fue ese día que comprendí
muchas cosas y deje cualquier sentimiento malo atrás, gracias a mi querida
madre que siempre ha estado incondicionalmente para mí.
Ahora que tengo 33 años, y
que festejamos el Día del Padre en el colegio, vi a esos niños a lado de sus
padres felices, y recordé al mío que tenía casi un año sin verlo debido a que
cuando lo iba a buscar nunca estaba.
El sábado, un día antes de
la celebración al padre, le dije a mi esposo que por favor me llevara, y en el
carro iba como una niña chiquita cruzando los dedos para que se encontrara. Y
ahí estaba para mi suerte, pude abrazarlo y desearle un feliz día, pero no fui
la única, mi hijo, es decir, su nieto también lo abrazó y le dijo que tenía que
ir a la iglesia.
Ya en mi casa sentía una paz
y recordé que en el libro de Deepak Chopra dice que hay que practicar el hábito
de no juzgar; ¡y quién diría que justo
eso mi mami me enseñó varios años atrás!
Indistintamente de cómo
hayan sido sus padres, no podemos juzgarlos, la verdad es que no hay un manual
para ser padres y que es difícil serlo. Para aquellos que tienen juntos a sus
padres y para aquellos que no, lo importante es no juzgarlos y siempre estar
agarrados de la mano de Dios…